Reconocer al Señor en los Desafíos de Mi Vida
En las narraciones de los encuentros del Señor, emerge un hilo común:
quienes se encuentran con el Señor resucitado, a menudo no logran
reconocerlo inicialmente. Como en el caso de los dos discípulos que viajan
taciturnamente de regreso a Emaús después de ese primer domingo de
Pascua. Jesús se une a ellos; sin embargo, lo perciben como un extraño que
desconoce los recientes y dramáticos acontecimientos ocurridos en
Jerusalén. Sin embargo, al fin lo reconocieron porque habían partido el pan
con él. María lo reconoce después de que Ël la llama por su nombre.
Este tema nos enseña una lección importante: la profundidad de nuestra
relación personal con el Señor va a influir directamente en nuestra capacidad
de reconocerlo en medio de las pruebas de la vida. A medida que nutrimos
esta conexión, nos sintonizamos más con Su presencia y guía en nuestra vida
diaria.
Cuando la vida nos arroja miedos, fracasos, preocupaciones y decepciones
(como inevitablemente sucede), nuestra relación íntima con el Señor
resucitado nos brinda consuelo. Nos asegura que a pesar de los desafíos,
nuestra alma está bien. A través de los altibajos, nuestra alma encuentra su
ancla en Él.
Entonces, dediquemos algo de tiempo esta semana a construir y fortalecer
nuestra relación con el Señor. Cuanto más lo hagamos, más fácilmente lo
reconoceremos caminando a nuestro lado, compartiendo las partes
maravillosas de nuestras vidas, así como las difíciles.
Confía en que, efectivamente, nuestras almas estarán bien.
Por el p. Mike French, SJ