Pobre y Feliz

Jesús dijo: Bienaventurados [felices] los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

¿Qué hace que los pobres en espíritu sean bendecidos y felices?

Primero, el discípulo que es pobre de espíritu ve todo —la vida, el sol, el almuerzo, la familia, todo— como un regalo. No nos “ganamos” la vida, y nuestra fe nos enseña que todo lo que somos y tenemos viene como un regalo de nuestro Creador que camina con nosotros en nuestra vida diaria.

Entonces, los pobres de espíritu estamos agradecidos por lo que somos y lo que tenemos. Nuestra vida, nuestro lugar y tiempo, nuestra salud, nuestros sufrimientos son lo que Dios nos está dando. Los pobres en espíritu lo ven todo como suficiente (incluso cuando le pedimos al Señor las cosas que necesitamos).

Los pobres de espíritu, disfrutan de todos los dones de Dios. Esta alegría es precisamente el don de Cristo: os lo he dicho para que mi alegría esté en vosotros. Y disfrutar de lo que somos y de lo que tenemos es la plenitud de la gratitud.

Así sucede en Cristo que ser pobre en espíritu es ser bienaventurado y feliz, porque de ellos ya es el reino de los cielos.


Padre Joe Tetlow, SJ