CENIZAS A LAS CENIZAS CON JESÚS
Cenizas a las cenizas; polvo al polvo. La Cuaresma nos recuerda nuestro regreso final a la tierra. Así
que sería bueno comenzar la Cuaresma pensando en eso.
La tierra se esconde a simple vista en las parábolas de Jesús. La tierra es el terreno donde se
esparce la semilla. Es donde los hombres construyen en barro o piedra. Es donde viene el reino de
los cielos.
Aunque la Tierra ha sido vista desde el espacio como un globo azul único y encantador, es difícil
pensar en ella como un todo. Pero será mejor. Porque con la Encarnación, la tierra ya no está tan
claramente separada de Dios. Él está aquí. De este globo azul, Jesús toma su cuerpo humano. De esta
tierra vino Su madre y todos Sus discípulos. Es de lo que estamos hechos.
No es una galaxia o un sol masivo. Es una parte insignificante de un cosmos tan grande que no
podemos medirlo. Sin embargo, el Creador de todos los mundos vino aquí, a este insignificante
planeta. No podemos pensar en nada que lo hubiera atraído excepto que amaba esta obra suya, que
encontraba muy buena. ¿Hay otros planetas habitados? No sabemos. Pero sabemos que Dios eligió
venir a este planeta y encarnarse aquí.
Jesús volvió a su Padre, pero se nos ha dicho que volverá para renovar la faz de la tierra. Cuando
Él regrese, debemos vivir con Él. No en otro lugar. Aquí, en nuestro planeta tierra. Así que no
tenemos motivos para estar deprimidos por las cenizas a las cenizas, el polvo al polvo. Seguiremos
viviendo como Él ya vive, regocijándonos en nuestras cenizas y polvo. Es el júbilo para el que nos
prepara la Cuaresma.
Padre Joe Tetlow, SJ